Agaricus urinascens. Saprófito: prados y pastizales. (Jorge Jiménez)
Schizophyllum commune. Saprófito: madera. (A. García Tabernero)
Auriscalpium vulgare. Saprófito: piñas. (José Cuesta Cuesta)
Panaeolus semiovatus. Saprófito: excrementos. (A. G. Tabernero)
Craterellus lutescens. Saprófito: tuberas. (José Cuesta)
Si los hongos parásitos se caracterizaban por llevar a cabo su vida sobre materia orgánica viva, los
saprófitos lo hacen por desarrollar todo su ciclo vital sobre
materia orgánica inerte, independientemente de cual sea su origen, ya que pueden colonizar cualquier tipo de sustrato orgánico.
La alimentación de estos hongos se lleva a cabo mediante la solubilización del material que colonizan, previa la liberación de enzimas, y la posterior absorción de la materia orgánica resultante. Si en el caso de los hongos parásitos existía un número limitado de macromicetos que ostentaran esta condición, entre los saprófitos existe un gran número de los mismos, especializados en la degradación de los restos de materia orgánica de origen vegetal. Si bien como hemos mencionado anteriormente es en los grandes bosques donde se les encuentra con más facilidad, podemos hallarlos también en los parques urbanos, en el interior de las grandes ciudades, en las plantaciones de árboles frutales, en las maderas empleadas en la construcción, en las serrerías, en las traviesas de las vías, en pastizales viviendo sobre el humus o sobre el tallo seco de pequeñas hierbas, en las turberas viviendo sobre pequeños restos vegetales, sobre estiércol,
(coprófilos), en los restos de hogueras,
(pirófitos), etc.
A continuación vamos a describir con un poco más de profundidad cada uno de estos hábitats.
- Hongos que crecen sobre la madera o sobre sus restos:
Si partiéramos de un tronco muerto recientemente, comprobaríamos como pasa el tiempo sin que aparentemente comience su descomposición, ya que no aparecen signos externos aparentes de que esto esté ocurriendo. Esto es así, por que desde que los hongos se instalan en un sustrato hasta que extienden su red miceliar, lo colonizan y desarrollan sus carpóforos para reproducirse sexualmente tiene que pasar un tiempo considerable que depende de la especie de que se trate, y de las condiciones en las que haya tenido que desarrollarse. La infección suele reconocerse al principio, por un cambio en la coloración de la madera.
Podemos decir también que existe una cierta sucesión de etapas de tiempo en el ataque de la madera dependiendo del grado de descomposición en que se encuentre, ya que no todas las especies fúngicas colonizan y atacan a la madera con el mismo grado de desintegración. Partiendo de un tronco recién apeado, este podría ser infectado primero por algunas especies tales como Fomitopsis pinicola, Fomes fomentarius, Ganoderma pfeifferi, Oudemansiella mucida, Lentinus lepideus, varias especies de Stereum, etc. Algunas de estas especies se caracterizan, como ya hemos comentado anteriormente al hablar de los hongos parásitos, por poder atacar en ciertas condiciones a los tejidos leñosos vivos de las plantas sobre las que se desarrollan. Cuando la madera ya tiene un grado de pudrición inicial causado por las especies mencionadas anteriormente, o por otras similares, pueden aparecer otras como numerosas especies del género Mycena, algunos Pluteus, Trametes, Pholiotas, etc. Y por último cuando el tronco ha quedado convertido en montones de serrín la descomposición continua por otras especies tales como Bolvitius vitellinus, Cyathus olla, Polyporus arcularius, Phaeolus schweinitzii, etc.
Estos hongos dependiendo del tipo de enzimas que empleen en la degradación de la madera para su posterior absorción, provocan diferentes tipos de pudriciones según el componente disuelto sea preferentemente la celulosa o la lignina. Cuando el ataque se produce sobre la celulosa, los restos que quedan están compuestos básicamente por lignina que es el componente de la madera que hace de aglomerante entre las células fibrosas cuyo principal compuesto es la celulosa. Esto origina unos residuos de color pardo o rojizo, generalmente con zonas cuarteadas de forma regular a modo de cubos que hace que este tipo de descomposición reciba el nombre de pudrición roja o parda, (Phaeolus schweinitzii, Phellinus pini, etc.). En cambio cuando el ataque lo recibe la lignina los residuos que permanecen son básicamente las fibras alargadas cuyo componente principal es la celulosa. Esta pudrición origina unos restos fibrosos de color blanco o amarillento, por lo que este tipo de descomposición se conoce con el nombre de podredumbre blanca, (Stereum sanguinolentum, Trametes versicolor, ......).
Pero la realidad es mucho más compleja y existen numerosos tipos de pudriciones que no se ajustan a ninguna de las dos descritas con antelación. Así, hay podredumbres que afectan a la vez a la lignina y a la celulosa u otras específicas de algunos de los componentes estructurales de la madera.
Un factor importante que condiciona la especie de hongo atacante y su velocidad de desarrollo, es el contenido de agua de la madera. Así por ejemplo, no todos los hongos requieren el mismo grado de humedad para poder desarrollarse; mientras que Trametes versicolor y Schizophyllum commune necesitan menos de un 20%, otras como Daedalea quercina requieren al menos un 40%.
Entre los hongos saprófitos, y entre los parásitos facultativos existen especies que son capaces de colonizar madera de diferentes especies arbóreas, como Fistulina hepatica (robles, castaños), Fomes fomentarius (chopo, roble, haya), Ganoderma lucidum (hayas, robles, castaños), Trichaptum abietinum (diferentes especies de coníferas). Otras sin embargo son exclusivas de algunas especies concretas como Oudemansiella mucida (haya), Piptoporus betulinus (abedul), etc.
A parte de las especies mencionadas y otras muchas que no hemos nombrado, especializadas en la descomposición saprófita de la madera en pie o apeada existen especies de hongos capaces de infectar y descomponer los frutos de algunas de estas especies. En particular las piñas de las diferentes especies de pinos son el sustrato exclusivo de algunos hongos tales como Auriscalpium vulgare, Mycena senii, Strobilurus tenacellus, Baeospora myosura, etc. Otros prefieren los frutos de algunas frondosa como Hymenoscyphus fructigenus, que vive sobre la cubierta de las avellanas, o sobre las cúpulas de las bellotas de los robles.
- Hongos de prados y pastizales:
Son especies saprófitas que se desarrollan fundamentalmente sobre el humus de la capa superficial del suelo, descomponiendo y alimentándose de la materia orgánica procedente de los restos de las raíces y de los tallos de las diferentes especies herbáceas. Entre otras muchas especies, en este hábitat podemos encontrar muy bien representado el género Agaricus con especies como el Agaricus campestris, Agaricus macrosporus, Agaricus squamulifer, Agaricus arvensis, Agaricus xanthodermus, etc. Otro género que cuenta con numerosas especies es Hygrocybe, ( Hygrocybe coccinea, Hygrocybe nigrescens, Hygrocybe psittacina etc.).
Podemos hallar así mismo numerosos gasteromycetos de los géneros Lycoperdon, Calvatia y Bovista. También podemos descubrir en este hábitat algunas de las setas mas apreciadas como comestibles como por ejemplo Calocybe gambosa en los pastizales húmedos de la mitad septentrional de la península, Marasmius oreades formando los típicos corros de brujas, y por último asociado a las raíces muertas del cardo corredor, encontramos la apreciadísima seta de cardo, Pleurotus eryngii. Como curiosidad en los pastizales podemos encontrar a veces una de las pocas especies del género Amanita no micorrizógena con especies arbóreas y que se desarrolla de manera saprófita en los lugares encespedados, incluso de los parques urbanos, que es la Amanita vittadinii.
- Especies pirófitas:
Son los hongos que tienen preferencia, a veces de forma exclusiva, a desarrollarse sobre la materia orgánica carbonizada que queda después de un incendio forestal, o en los restos de las hogueras que se producen en los montes como consecuencia de los trabajos selvícolas o de actividades recreativas. Esto supone que estas especies fúngicas soportan substratos básicos, con el PH muy elevado. Parece ser, según Pacioni, G., que existen especies termoinducidas por el fuego, es decir, que las esporas de estas especies se activan y comienzan a germinar tras un "shock térmico" producido por la elevación de la temperatura provocada por el fuego. Nosotros tras las primeras lluvias del verano y del otoño hemos encontrado frecuentemente ejemplares de Pyronema omphalodes, Coltricia perennis, Pholiota carbonaria, Myxomphalia maura, Geopetalum carbonarius,etc. En primavera no es difícil hallar Geopyxis carbonaria, Peziza praetervisa, Morchella conica, etc.
- Especies que se desarrollan sobre excrementos de animales:
Existen especies de hongos que desarrollan su ciclo vital únicamente sobre los excrementos de determinados animales, principalmente de los herbívoros. Aunque a veces no crezcan directamente sobre el estiércol, si los encontramos en otro sitio, es un claro indicio de que ese sustrato se encuentra muy nitrificado y que con toda probabilidad anteriormente ha sido abonado con estiércol. Son muy frecuentes en este tipo de substratos especies de los géneros Coprinus, Panaeolus, Stropharia, Anellaria, Cheilymenia, Ascobolus, Pilobolus, etc. Como en el caso de algunas semillas de árboles y arbustos, se cree que las esporas de algunas de estas especies necesitan una escarificación previa, antes de poder germinar, por ello para poder desarrollarse tienen definida perfectamente su estrategia vital, que consiste en diseminar sus esporas por la hierba de los prados y pastizales en los que pasta el ganado que las ingiere, y tras pasar por el tracto digestivo de estos, son depositadas ya dispuestas para germinar, y producir nuevos carpóforos, si el resto de condiciones ambientales lo permiten, en el sustrato coprófilo que prefieren.
- Especies que se desarrollan sobre turberas:
Este hábitat se caracteriza por mantener la humedad durante todo el año, lo que facilita que se desarrollen en él, diferentes especies de briofitos del género Sphagnum, entre las cuales se puede encontrar abundante materia orgánica de origen vegetal en descomposición. Esto hecho facilita que en épocas en las que no podemos encontrar ninguna seta en otros lugares como consecuencia de la falta de precipitaciones, aquí podamos hallarlas sin excesiva dificultad. Las turberas suelen localizarse en nuestra latitud, en las lagunas de origen glaciar de los principales sistemas montañosos, lo que significa que el período en el que los hongos pueden desarrollarse y fructificar es relativamente corto, debido a que se pueden producir heladas durante la mayor parte del año, si exceptuamos los meses de verano. Entre otras, las especies que podemos ver con más facilidad son: Mycena sanguinolenta, Hypholoma elongatum, Inocybe lacera, Hygrocybe conico-palustris, Hygrocybe coccineocrenata, Cantharellus lutescens, Cantharellus tubaeformis, Marasmius androsaceus, Ricknella fibula, etc.
La lista de hábitats y de especies fúngicas saprófitas que se desarrollan sobre ellos es mucho más extensa, pero a modo de curiosidad vamos destacar uno de los pocos macromicetos que desarrollan su ciclo vital sobre restos en descomposición de origen animal, y más concretamente, uno que se desarrolla sobre las astas de ganado bovino o sobre los cascos de ganado equino, (Onygena equina).
Siguiente capítulo, los hongos micorrícicos.
José Cuesta Cuesta